Nathalie Hazim apuesta por la balada y es portada de revista.

21 de noviembre de 2017
Su madre la inscribió en ballet clásico de niña para ayudarla con su timidez. “Sobre el escenario olvidaba todo”, recuerda. Pero lo de ser tímida es algo que todavía se cuela en su personalidad, a pesar de lidiar con dos profesiones de mucha ventilación pública: la publicidad y la música. Nathalie asegura que nunca vio […]

Su madre la inscribió en ballet clásico de niña para ayudarla con su timidez. “Sobre el escenario olvidaba todo”, recuerda. Pero lo de ser tímida es algo que todavía se cuela en su personalidad, a pesar de lidiar con dos profesiones de mucha ventilación pública: la publicidad y la música. Nathalie asegura que nunca vio lo de ser artista como una opción de vida; hoy no se imagina sin ella. Estrenando su segundo disco Te cuento, nos encontramos con esta joven de ambiciones reales y claras que no teme a los retos que tiene de frente. Una cantautora que ha encontrado su identidad en cada paso dado, en sus experiencias de vida, algunas dolorosas, y en los sueños que aún le quedan por construir.

¿Cómo empezó tu relación con la música? Siempre tuve esa espinita porque escribía. Y escribía porque me gustaba, no porque lo hiciera para alguien. Un día, acompañando a mi padre, que ayuda a niños y predica, me pidió que cantara a los pequeños una canción infantil. Les acompañaban unos músicos de la iglesia, pero mi intención no era cantar. Y yo no sé por qué dije que sí. No lo recuerdo ni era tan extrovertida como para decirlo. Lo hice y ellos me dijeron: “Nathalie, pero tú cantas”. Y nos comenzamos a reunir, pero no para cantar en público, sino para, como dicen, jamiar, pasar el rato. Una vez, una señora pasó por el apartamento, me escuchó y me dijo que quería que cantara en la boda de su hija. Y le dije que sí, pero fue por frescura, no porque sabíamos lo que estábamos haciendo. Eso fue hace 8 años. A partir de ahí ya no he dejado de cantar.

¿Cuándo te das cuenta de que quieres hacer música, cantar, de manera profesional? Empecé a cantar en bares, bodas… Eso me dio cierta confianza y luego mucha gente empezó a preguntarme por mis canciones, porque lo que hacía era covers. Dije, bueno, tengo escritos cuadernos llenos de letras y es lo que puedo hacer. Así nació ‘El Espejo de tus ojos’ (sencillo y nombre de su primer disco). Siempre he dicho que lo que escribimos es parte de uno, y los cantautores cantan sus vivencias. ‘El espejo de tus ojos’ fue un despertar porque amo la mirada: lo sincera o mala y funesta que puede ser una mirada. Entonces, a partir de ahí todo cambió. Soy una joven publicista que entiende que la música es su estilo de vida. Creo que la música cambia a la gente, educa. Yo no creo que haya clases sociales para la música. Solo hay algunas personas que están más expuestas a cierto tipo de música, pero es para todo el mundo, no para una clase social.

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¿Seguirás viviendo de la publicidad o de la música? Yo vivo ahora mismo de las dos y eso es lo que quisiera por el resto de mi vida. La publicidad me ha dado las herramientas para hacer música y, al mismo tiempo, las necesarias para poder verme como un producto; son etapas de cada uno. Tengo un equipo de personas trabajando conmigo que son muy buenas, y creo que puede seguir funcionando trabajar de la música y la publicidad.

¿Has tenido alguna traba en la industria musical por ser mujer? Cuando comencé a cantar mucha gente me veía como “oh, wao, una mujer”. Pero era una expresión despectiva porque quizás no están acostumbrados a ver una mujer dominicana en balada. Eso fue cambiando porque el respeto te lo ganas con el tiempo. Al principio era una niña que quiere cantar, ahora es Nathalie Hazim, la artista. Eso me encanta, pero duele al principio porque no te toman en serio. Pero creo que es una actitud de todo el mundo, que cuando ve algo que no es lo normal, o lo rechaza o lo abraza.

Los baladistas suelen tener más dificultades para ganar público en el país, a diferencia de lo que sucede con otros géneros musicales. ¿Cuál ha sido tu experiencia? A nivel de industria no hay muchas mujeres baladistas, pero las que hay están muy bien posicionadas a nivel mundial. Sin ningún tipo de jactancia, pretendo ser la próxima. Solo creo que el que trabaja por algo lo termina consiguiendo. En esto, y en todo, la gente lo que te dice es “persevera” y parece muy cliché, pero el que persevera realmente triunfa. Eso no quiere decir que no haya momentos en los que quieres tirar la toalla porque es una carrera de aguante, de muchas decepciones. Por ser mujer te ven como una carnada. Pero en mi mundo, como en cualquier otro, te ven y solo se quedan con eso, con lo que ven, no con lo que tú tienes en tu cabeza. Pero una se va acostumbrando y marca su posición.

¿Cómo te sientes con el trato de la industria musical? En mi caso la industria musical ha sido receptiva, pero obviamente en el país necesitamos más apoyo, a nivel de radio, de televisión, porque como quiera que sea no es un género muy popular. Cuando comencé no había casi nadie, ahora es distinto ¡y me encanta! Creo que el mercado no se hace solo ni con una sola persona, sino con muchos exponentes que empujan en una sola dirección. Y eso es lo que estamos haciendo Pamel, Techy, Covi, yo… somos un grupo de jóvenes que está empujando para que eso crezca, aquí y en el mundo. No creo que ninguno de nosotros solamente quiera enfocarse en el país, que es nuestra plataforma. Yo quiero que mi música crezca en el mundo. Ahora mismo estoy en la posición de internacionalizar mi disco. Por lo menos el sencillo ‘Inmigrante’ y ‘Te di’, antes de sacar ‘Te cuento’ como disco, me llevaron a ciudades que nunca imaginé: en Colombia fuimos a Bogotá, Medellín; ya vienen conciertos en México, Monterrey, Guadalajara, y yo te lo cuento y a veces ni me lo creo. Cuando me detengo a ver y lo pienso, han pasado muchas cosas bellas.

¿Te has sentido presionada a hacer otro tipo de música? Ah sí, la misma gente de uno te dice: “¿Nathalie, por qué haces canciones tristes?”, o “por qué haces baladas y no esto”, porque todo el mundo cree que es sabio. La realidad es que yo no tengo problema en hacer una fusión, pero mi esencia es la balada. Y creo que si hago otra cosa fuera de eso, no me lo van a creer. Eso no quiere decir que no quiera salir de mi zona de confort o no pueda hacer otra cosa. Por ahora me quedo, no solamente en lo que realmente me funciona, sino en lo que hace que la gente me crea.

Has hablado de otros mercados. ¿Te ves en otro país?, como el caso de Vicente García, que luego de marcharse le está yendo muy bien. Lo que pasa es que los mercados son más grandes. Hay una gran población que puede escuchar música regional o nacional, pop, bachata, merengue… Hace falta moverse de ciudad o de país, no precisamente para que te tomen en serio, pero sí para que se expanda tu música. Hay otros países que son más grandes y obviamente por eso el mercado lo aguanta. Aquí nuestro público es muy reducido, y no tiene nada que ver con la clase social. Que lo urbano es la gente del barrio, los pobres que van subiendo, eso no cierto. Es una excusa para no escuchar. Siempre le digo a la gente: abre tus oídos, escucha. Y si no te gusta, perfecto. Pero por lo menos escuchaste.

Entonces, ¿te ves aquí, fuera…? Me veo fuera de aquí, viniendo aquí. Me encanta mi país, pero este año, por ejemplo, me lo pasé viajando. Creo que me mantendré de esta manera. Si es por mi música voy a seguir corriendo donde sea necesario.
Tu disco lleva por nombre ‘Te cuento’. ¿Qué es lo que quieres contar? Cada canción es una medicina personal. Quiero contar historias que hagan tu persona mejor, que sean una medicina para tu cuerpo, para tus oídos. Que creas y sepas que el amor es bellísimo, pero al mismo tiempo te puede dar tristeza, y eso no está mal, si sabes salir de ella. Un amor de pareja no necesariamente es lo único que te va a hacer feliz o plena. Eso conseguí con ‘Te cuento’, que la felicidad no está en una persona y que si no puedes estar sola contigo tienes un problema. Eso no significa no tener amigos. Estoy en el punto en que puedo estar con una persona porque me amo y me valoro con mis defectos y virtudes. Esos golpes te hacen valorar lo que antes no hacías.

La canción ‘Inmigrante’, ¿tiene algo que ver contigo? Es un himno, un estandarte. No es solo sobre el inmigrante como concepto. Es una persona como tú o como yo, soñadora, que sale de su casa a buscar algo mejor, que se arriesga, que probablemente sacrifica a su familia, su pareja, o hasta el mismo trabajo. A ese inmigrante es al que le canto, que puede ser cualquiera, no solo el que sale de su país.

¿Las plataformas digitales han venido a beneficiar a los artistas? ¿Son una fuerza que empuja? Las redes sociales para mí son un arma maravillosa, pero también de doble filo. Vivimos en un mundo en el que todo es inmediato. Lo que haces hoy mañana ni me importa. Ese es el peligro de las redes sociales, que puedes ser noticia hoy y mañana me olvido de ti. La vida no es así, no podemos vivirla así. Ahora, a nivel musical, nos ha dado la libertad de llegar a millones de personas. Yo tenía fanáticos en México desde hace mucho tiempo, pero eso no hubiera pasado si no existiera el streaming o las redes sociales. He recibido ideas de canciones a través de las redes sociales. Son buenísimas, pero si nos dejamos enganchar solo de eso, no vamos a vivir.

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Los 10 de Nathalie Hazim

Qué sabe poca gente de ti: que soy muy ñoña.

Elige un instrumento: el piano.

Un lugar para ir de vacaciones: París.

La última serie de Netflix que viste: House of Cards.

A qué te consideras adicta: al café.

Un disco: el que sea de Pablo Alborán.

Un estilo musical: el jazz.

Una barrera que quieras derribar: los estereotipos.

Qué haces antes de ir a dormir: hablar con mis padres.

Un sueño: que mi música y el nombre de Nathalie Hazim sea conocido en el mundo entero por la balada, como mujer, pero más que todo como dominicana.

Fotos: Bayoan Freites / Dirección de arte: Norca Amézquita / Estilismo: Joselo Franjul / Vestuario y accesorios: Stradivarius / Calzado: Steve Madden / Maquillaje: Indira Sánchez / Peinado: Jacqueline Almomte / Locación y agradecimientos: Local3.